El iceberg más grande del mundo se derrite a ritmo acelerado: ¿una señal del colapso climático?

NATURALEZA

Alex David León Muñoz

9/14/20253 min read

Durante casi cuatro décadas, el iceberg A23a fue una presencia silenciosa y colosal en el océano Austral. Con una superficie que superaba los 3.600 km² y un peso cercano al billón de toneladas métricas, este titán helado parecía eterno. Pero hoy, su desintegración acelerada no solo marca el fin de una era geográfica: también lanza una advertencia urgente sobre el impacto del cambio climático en la criósfera y el futuro del nivel del mar.

¿Qué es el iceberg A23a?

El A23a se desprendió en 1986 de la plataforma de hielo Filchner-Ronne, en la Antártida. Durante más de 30 años permaneció encallado en el mar de Weddell, inmóvil, como si el tiempo no lo tocara. Pero en 2020, comenzó a moverse, arrastrado por la poderosa Corriente Circumpolar Antártica. Desde entonces, ha encallado, girado, y retomado su deriva en varias ocasiones, siguiendo una ruta conocida como el “callejón de los icebergs”.

En su punto máximo, el A23a tenía una superficie mayor que Rhode Island (EE.UU.). Hoy, se ha reducido a unos 1.700 km², aproximadamente el tamaño del Gran Londres2. Y sigue perdiendo fragmentos tan grandes que ya son clasificados como nuevos icebergs por el Centro Nacional de Hielo de EE.UU..

Las causas principales:

  • Aumento de la temperatura del océano: el agua cálida erosiona la base del iceberg, debilitando su estructura.

  • Cambios en las corrientes marinas: alteran la trayectoria de los icebergs, llevándolos a zonas donde no pueden sobrevivir.

  • Primavera austral: el aumento estacional de temperatura acelera el derretimiento superficial.

¿Qué impacto tiene en el nivel del mar?

Aunque los icebergs ya están flotando y su derretimiento no eleva directamente el nivel del mar, su origen sí importa. El A23a proviene de una plataforma de hielo continental, y su desprendimiento indica que la masa de hielo terrestre está perdiendo estabilidad.

Esto tiene consecuencias graves:

  • Las plataformas de hielo actúan como “tapones” que frenan el flujo de glaciares hacia el océano. Si se debilitan, los glaciares aceleran su deslizamiento, lo que sí contribuye al aumento del nivel del mar.

  • La Antártida ha perdido billones de toneladas de hielo en las últimas décadas.

  • Si el derretimiento continúa, se estima que el nivel del mar podría subir hasta 1 metro para 2100, afectando ciudades costeras, ecosistemas y millones de personas.

¿Y el ecosistema marino?

La fractura del A23a no solo altera el paisaje: también transforma el ecosistema marino. Cuando encalló cerca de la isla Georgia del Sur, se temió que bloqueara el acceso de pingüinos y focas a zonas de alimentación. Además:

  • Libera agua dulce fría, que puede modificar la salinidad y temperatura del océano.

  • Raspa el lecho marino, liberando nutrientes que fertilizan zonas oceánicas.

  • Transporta microorganismos antiguos, algunos potencialmente activos, que podrían alterar la biodiversidad local.

¿Qué datos están recogiendo los científicos?

Equipos del BAS a bordo del buque polar RRS Sir David Attenborough han recogido muestras del iceberg y del ecosistema circundante. Están analizando:

  • Composición química del hielo

  • Impacto ecológico en el lecho marino

  • Cambios en la productividad biológica

  • Posibles riesgos biológicos (virus, bacterias antiguos)

Estos datos son clave para entender cómo el cambio climático está afectando la criósfera y qué podemos esperar en las próximas décadas.

El A23a no es un simple bloque de hielo. Es un símbolo de la fragilidad del planeta frente al calentamiento global. Su desintegración nos recuerda que incluso las estructuras más imponentes pueden caer, y que el equilibrio climático depende de procesos invisibles que ocurren en los rincones más remotos del mundo.

Mientras el A23a se descompone en fragmentos irreconocibles, deja tras de sí una advertencia clara: el cambio climático no es una amenaza futura, es una realidad presente. Y sus efectos ya están moldeando el planeta que heredaremos.

Iceberg A23a, el más grande del mundo

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Desprendimiento de hielo del Iceberg A23a