Albania nombra a Diella: la primera ministra de inteligencia artificial contra la corrupción
TECNOLOGÍA
Alex León
9/18/20254 min read


Albania ha dado un paso sin precedentes: el primer ministro Edi Rama presentó en septiembre de 2025 a Diella, una inteligencia artificial con rango ministerial encargada de supervisar la contratación pública y combatir la corrupción. El gobierno la describe como una herramienta para hacer las licitaciones más transparentes y reducir la intervención humana en los procesos de adjudicación; la medida, sin embargo, ha encendido tanto esperanzas como advertencias sobre responsabilidad, sesgos y legalidad.
¿Qué es exactamente Diella y qué papel tendrá?
Diella —cuyo nombre significa “sol” en albanés— comenzó como asistente virtual del portal estatal e-Albania, guiando a ciudadanos para hacer trámites en línea. Ahora se eleva al papel de “ministra” con la misión concreta de gestionar y supervisar licitaciones públicas: analizar ofertas, detectar irregularidades, emitir alertas sobre sobrecostes o empresas pantalla, y producir informes públicos para el parlamento y la ciudadanía. Según el gobierno, el sistema ha sido entrenado con millones de documentos, auditorías y casos previos para aprender a identificar patrones de fraude que se le escapan a equipos humanos.
¿Cómo funcionará en la práctica?
La intención oficial es que Diella supervise en tiempo real procesos de contratación y tenga acceso a bases de datos fiscales y judiciales para cruzar información. No ocupará un despacho físico ni votará en el parlamento: su rol es operativo y de supervisión; un equipo humano interpretará sus alertas y pondrá en marcha acciones administrativas o judiciales cuando proceda. El traspaso de responsabilidades se plantea de forma gradual para que la IA vaya asumiendo tareas concretas en los expedientes de compra pública.
¿Quién la desarrolló y qué fuentes de datos usa?
Las autoridades han señalado que Diella se apoya en tecnologías avanzadas y en colaboraciones público-privadas; medios han reportado participación técnica y apoyo de grandes empresas tecnológicas en la puesta a punto del sistema. El entrenamiento incluye conjuntos de datos legales y administrativos de Albania y organismos internacionales, aunque los detalles sobre modelos, proveedores y auditorías de sesgo aún no se han publicado con precisión. Esa opacidad es una de las principales preocupaciones de expertos y opositores.
Reacciones políticas y legales: fuertes dudas internas
La oposición ha calificado el nombramiento de teatral y posiblemente inconstitucional; varios actores políticos y expertos legales han pedido explicaciones sobre la base jurídica para dar rango ministerial a un algoritmo. Incluso la Presidencia y sectores de la sociedad civil han señalado la necesidad de clarificar responsabilidades: si Diella toma una decisión errónea, ¿quién responde políticamente? ¿cómo reclamar y auditar las decisiones de un sistema automatizado? Estas preguntas mantienen el debate encendido en Tirana.
Críticas y riesgos técnicos
Los analistas advierten varios riesgos concretos:
Sesgos algorítmicos: si los datos de entrenamiento contienen errores o parcialidades históricas, la IA puede reproducir e institucionalizar esas desviaciones.
Falta de transparencia: sin acceso público al código, criterios de decisión y registros de auditoría, la confianza puede evaporarse rápidamente.
Vulnerabilidad a manipulación: en sistemas integrados con bases de datos estatales, la corrupción puede intentar encontrar vectores de manipulación técnica o legal.
Responsabilidad legal: la ausencia de marcos claros para atribuir responsabilidad dificulta recurso y reparación.
En este punto, no son pocos los expertos que recuerdan advertencias globales sobre la automatización masiva. Incluso voces como la de Geoffrey Hinton, Nobel de Física, quien alerta que la IA amenaza el empleo humano como nunca antes, resaltan la necesidad de vigilar que el entusiasmo por la tecnología no eclipse los riesgos sociales y laborales.
¿Por qué Albania da este paso ahora?
La iniciativa llega en un país que lleva años bajo la lupa por casos de corrupción que han frenado su camino hacia la Unión Europea. Albania se ha fijado como meta avanzar en controles y reformas para acercarse a la candidatura europea, y el Gobierno presenta a Diella como un dispositivo que aceleraría transparencia en contrataciones, una de las preocupaciones recurrentes en los informes de la UE. Sin embargo, críticos sostienen que no basta con tecnología: hacen falta instituciones fuertes, independencia judicial y voluntad política.
¿Puede una IA “acabar con la corrupción”?
La respuesta de la mayoría de especialistas es matizada: la IA puede detectar patrones, acelerar auditorías y reducir intervención humana en procesos puntuales, pero no sustituye normas, sanciones ni cultura institucional. Instrumentos automatizados ayudan a bajar la fricción y mejorar trazabilidad; no solucionan, por sí solos, redes de influencia, oligopolios o fallos estructurales del Estado. Además, si la herramienta no es auditada externamente, corre el riesgo de ser una “caja negra” que legitime decisiones sin explicar cómo llegaron a ellas.
Posibles escenarios a corto y medio plazo
Escenario optimista: Diella actúa como filtro riguroso de licitaciones, reduce irregularidades visibles y permite que las autoridades persigan casos con mayor evidencia. Se establecen auditorías independientes y reglas claras sobre supervisión humana.
Escenario pesimista: el sistema opera sin supervisión efectiva, se convierte en herramienta política o se manipula indirectamente a través de datos corruptos; la polémica legal paraliza su despliegue y aumenta la desconfianza pública.
La diferencia entre ambos escenarios dependerá, sobre todo, de la transparencia del proyecto, los mecanismos de control y la existencia de garantías legales y técnicas.
Diella es tanto una herramienta operativa como una declaración política. Si funciona con transparencia y control, podría ser un ejemplo replicable para ciertas tareas administrativas. Si no, puede convertirse en un aviso sobre los peligros de delegar decisiones públicas sin garantías. En cualquier caso, los ojos internacionales están puestos en Tirana: los resultados de esta prueba podrían marcar precedentes sobre cómo (y hasta dónde) introducir IA en la gestión pública.