Descubren GJ 251 c: un planeta potencialmente habitable a solo 18 años luz de la Tierra

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Alex León

10/28/20255 min read

Un equipo internacional de astrónomos ha confirmado la existencia de GJ 251 c, un exoplaneta rocoso que orbita una estrella enana roja en la constelación de Géminis. Lo que lo convierte en noticia no es solo su cercanía —apenas 18 años luz de distancia— sino su ubicación privilegiada en la zona habitable de su sistema estelar. Este planeta, con una masa estimada de cuatro veces la de la Tierra, podría reunir las condiciones necesarias para albergar agua líquida y, con ello, vida.

El hallazgo se suma a una lista creciente de mundos potencialmente habitables, pero GJ 251 c destaca por su accesibilidad, estabilidad orbital y características físicas que lo colocan como uno de los candidatos más sólidos para futuras misiones de observación directa.

¿Qué sabemos de GJ 251 c?

GJ 251 c es una supertierra, es decir, un planeta más grande que la Tierra pero más pequeño que los gigantes gaseosos como Neptuno. Su masa sugiere una composición rocosa, y su órbita se encuentra dentro de la zona habitable de su estrella anfitriona, una enana roja de baja actividad.

La órbita del planeta parece ser casi circular, lo que implica un clima más estable y menos variaciones extremas de temperatura. Además, al tratarse de una estrella tranquila, el planeta no estaría expuesto a intensas llamaradas solares que pudieran destruir una posible atmósfera. Estas características hacen de GJ 251 c un objetivo ideal para telescopios como el James Webb, que podrían analizar su atmósfera en busca de biofirmas: gases como oxígeno, metano o vapor de agua que podrían indicar actividad biológica.

La zona habitable: ¿qué significa realmente?

La zona habitable, también conocida como “zona Ricitos de Oro”, es el rango de distancia respecto a una estrella donde las temperaturas permiten la existencia de agua líquida. No garantiza vida, pero sí crea las condiciones mínimas para que esta sea posible.

En el caso de GJ 251 c, su posición en esta franja es especialmente interesante. Si el planeta posee una atmósfera con gases de efecto invernadero, podría mantener una temperatura superficial compatible con la vida. Además, su masa sugiere que podría retener dicha atmósfera durante largos periodos, algo que planetas más pequeños no logran.

Cómo se descubrió este planeta

El descubrimiento de GJ 251 c se realizó mediante la técnica de velocidad radial, que detecta pequeñas oscilaciones en la estrella causadas por la gravedad del planeta. Este método permite inferir la masa y la órbita del exoplaneta, aunque no revela directamente su composición ni su atmósfera.

El análisis se basó en más de veinte años de datos recopilados por telescopios terrestres, lo que permitió confirmar su existencia con alta precisión. La constancia de los datos y la estabilidad de la señal lo convierten en uno de los descubrimientos más robustos de los últimos años en el campo de la exoplanetología.

¿Podría haber vida en GJ 251 c?

La pregunta clave es si GJ 251 c podría albergar vida. Aunque aún no se ha detectado atmósfera, los modelos indican que su masa y posición orbital lo hacen compatible con la retención de gases esenciales. Si posee una atmósfera rica en dióxido de carbono, nitrógeno y vapor de agua, podría mantener temperaturas superficiales adecuadas para la vida tal como la conocemos.

Además, su estrella emite menos radiación ultravioleta que el Sol, lo que reduce el riesgo de evaporación atmosférica. Esto es crucial, ya que muchos exoplanetas en zonas habitables pierden su atmósfera por la actividad estelar intensa. La posibilidad de vida depende también de factores internos, como la actividad geológica, la presencia de un campo magnético y la composición química del planeta. Aunque estos aspectos aún no pueden confirmarse, GJ 251 c cumple con varios requisitos básicos para ser considerado un candidato serio.

¿Qué lo diferencia de otros exoplanetas?

Desde el descubrimiento de Proxima b y los siete planetas del sistema TRAPPIST-1, la búsqueda de mundos habitables ha ganado impulso. Sin embargo, muchos de estos planetas presentan desafíos: están demasiado lejos, tienen órbitas elípticas, o sus estrellas son demasiado activas.

GJ 251 c, en cambio, destaca por:

  • Su proximidad: 18 años luz es una distancia relativamente corta en términos astronómicos.

  • Su masa moderada: lo suficientemente grande para retener atmósfera, pero no tanto como para ser gaseoso.

  • Su órbita estable: favorece un clima constante.

  • Su estrella tranquila: reduce el riesgo de pérdida atmosférica.

Estas condiciones lo convierten en uno de los mejores candidatos para estudios de habitabilidad en la próxima década.

Tecnología para estudiarlo

La observación directa de exoplanetas es uno de los mayores retos tecnológicos actuales. Telescopios como el James Webb, el Telescopio de Treinta Metros (TMT) y el futuro LUVOIR están diseñados para analizar atmósferas mediante espectroscopía.

En el caso de GJ 251 c, su cercanía permite que estos instrumentos puedan detectar trazas de gases con relativa facilidad. Si se confirma la presencia de oxígeno, metano o vapor de agua, estaríamos ante una evidencia indirecta de procesos biológicos. Además, se estudia la posibilidad de enviar sondas interestelares en el futuro, como el proyecto Breakthrough Starshot, que plantea enviar microsondas a velocidades cercanas a la luz. Aunque aún es teórico, GJ 251 c sería un destino ideal.

Implicaciones para la astrobiología

El descubrimiento de GJ 251 c no solo amplía el catálogo de exoplanetas, sino que redefine las prioridades en la búsqueda de vida. Su cercanía, estabilidad y características físicas lo convierten en un laboratorio natural para estudiar cómo podrían evolucionar sistemas planetarios similares al nuestro.

Si se detectan biofirmas, se abriría una nueva etapa en la astrobiología: la transición de hipótesis a observación directa. Esto tendría implicaciones profundas en filosofía, biología, tecnología y exploración espacial.

¿Qué sigue?

La comunidad científica ya ha incluido GJ 251 c en la lista de objetivos prioritarios para observación atmosférica. En los próximos años, se realizarán estudios espectroscópicos, simulaciones de clima planetario y análisis de habitabilidad.

Además, se espera que misiones como ARIEL (de la Agencia Espacial Europea) y el Observatorio de Mundos Habitables de la NASA incluyan este planeta en sus programas. Si se confirma la presencia de una atmósfera estable, GJ 251 c podría convertirse en el primer candidato real para habitabilidad confirmada fuera del sistema solar.

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