Detectan agua en 3I Atlas, el visitante interestelar que desconcierta a los astrónomos
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Alex León
10/13/20254 min read


Astrónomos han detectado por primera vez vapor de agua saliendo de un objeto interestelar. Se trata de 3I Atlas, el tercer cuerpo conocido que proviene de fuera del sistema solar. Este hallazgo no solo es inédito, sino que podría cambiar nuestra comprensión sobre la composición, el origen y la evolución de los cuerpos que viajan entre estrellas.
3I Atlas fue descubierto en septiembre de 2024 y rápidamente clasificado como objeto interestelar, siguiendo los pasos de 1I ʻOumuamua (2017) y 2I Borisov (2019). Pero a diferencia de ellos, Atlas muestra una actividad cometaria clara y sostenida, lo que lo convierte en el primer objeto de su tipo con emisión confirmada de agua.
¿Qué significa que un objeto interestelar libere agua?
La detección de vapor de agua implica que 3I Atlas contiene hielo en su interior, y que este hielo se está sublimando —pasando de sólido a gas— a medida que el objeto se acerca al Sol. Este comportamiento es típico de los cometas del sistema solar, pero nunca se había observado en un objeto interestelar.
La presencia de agua en un cuerpo que ha viajado durante millones de años por el espacio interestelar sugiere que los hielos pueden sobrevivir a trayectorias extremas, protegidos por capas de polvo o estructuras internas. Esto refuerza la idea de que estos objetos podrían ser portadores de compuestos orgánicos y volátiles, y que podrían haber contribuido a sembrar ingredientes esenciales para la vida en otros sistemas planetarios.
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Cómo se detectó el vapor de agua
La clave del descubrimiento fue el Telescopio Espacial James Webb, que apuntó sus instrumentos hacia 3I Atlas cuando el objeto cruzaba la órbita de Marte. Utilizando espectroscopía infrarroja, los astrónomos detectaron firmas claras de H₂O, así como trazas de sodio y otros elementos volátiles.
Estas observaciones fueron posibles gracias a la sensibilidad del Webb para detectar longitudes de onda que revelan la composición química de atmósferas y comas cometarias. En este caso, la señal era inequívoca: 3I Atlas estaba liberando agua al espacio, formando una tenue atmósfera temporal a su alrededor.
Un comportamiento que lo diferencia de ʻOumuamua y Borisov
El primer objeto interestelar detectado, 1I ʻOumuamua, desconcertó a los científicos por su forma alargada, su aceleración no gravitacional y la ausencia de coma visible. Aunque algunos modelos sugirieron que podría haber liberado gas, nunca se confirmó la presencia de agua ni de ningún otro compuesto volátil.
El segundo, 2I Borisov, sí mostró actividad cometaria, pero su comportamiento era muy similar al de los cometas del sistema solar. En cambio, 3I Atlas combina lo mejor de ambos mundos: es un objeto interestelar confirmado, con trayectoria hiperbólica clara, y al mismo tiempo presenta una emisión activa de agua, lo que lo convierte en un caso único.
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¿De dónde viene 3I Atlas?
Aunque su origen exacto aún se desconoce, los cálculos orbitales indican que 3I Atlas proviene de fuera del sistema solar, probablemente expulsado de un sistema planetario joven tras una interacción gravitatoria con un planeta gigante o una estrella cercana. Su trayectoria hiperbólica indica que no está ligado gravitacionalmente al Sol, y que tras su paso seguirá su viaje hacia el espacio interestelar.
El hecho de que conserve agua sugiere que proviene de una región rica en hielos, posiblemente un cinturón de cometas similar al cinturón de Kuiper o la nube de Oort de otro sistema estelar. Esto abre la posibilidad de que otros sistemas planetarios también tengan reservas de cuerpos helados, y que estos puedan ser expulsados con relativa frecuencia.
Implicaciones para la astrobiología y la formación planetaria
El hallazgo de agua en 3I Atlas tiene implicaciones profundas para la astrobiología. Si los objetos interestelares pueden transportar agua y compuestos orgánicos, podrían actuar como vehículos naturales de panspermia, es decir, como portadores de ingredientes para la vida entre sistemas estelares.
Además, este descubrimiento sugiere que la formación de cuerpos helados es un proceso común en la galaxia, y que los mecanismos que los expulsan al espacio interestelar podrían ser más frecuentes de lo que se pensaba. Esto refuerza la idea de que nuestro sistema solar no es único, y que los procesos que dieron origen a la Tierra podrían repetirse en otros rincones del cosmos.
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¿Qué pasará ahora con 3I Atlas?
3I Atlas continuará su trayectoria hacia el exterior del sistema solar, pero los astrónomos seguirán observándolo mientras sea visible. Se espera que su actividad disminuya a medida que se aleje del Sol, pero los datos recopilados hasta ahora ya han proporcionado una mina de información sobre su composición y comportamiento.
Además, los científicos están utilizando simulaciones para modelar su estructura interna, su historia térmica y su posible origen. También se están comparando sus características con las de cometas conocidos, para entender mejor en qué se parece —y en qué se diferencia— de los cuerpos que orbitan el Sol.
Un nuevo capítulo en la exploración interestelar
Con 3I Atlas, la astronomía ha entrado en una nueva fase: la de la caracterización activa de objetos interestelares. Ya no se trata solo de detectar su paso, sino de estudiar su química, su estructura y su historia. Y en este caso, el hallazgo de agua marca un hito: es la primera vez que vemos a un visitante interestelar “respirar” en nuestro sistema solar.
Este descubrimiento también refuerza la necesidad de estar preparados para futuras detecciones. Con telescopios como el Vera C. Rubin Observatory a punto de entrar en funcionamiento, se espera que la frecuencia de hallazgos de objetos interestelares aumente drásticamente en los próximos años. Y con ello, nuestra comprensión del universo también crecerá.
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3I Atlas no es solo una roca que pasa. Es un mensaje cósmico en movimiento, una muestra tangible de que los sistemas planetarios están conectados por rutas invisibles, y que los ingredientes de la vida pueden viajar entre estrellas. Su agua, liberada tras millones de años de viaje, nos recuerda que el universo está lleno de sorpresas… y que apenas estamos empezando a entenderlas.
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