¿Se está cerrando el agujero de ozono? Esto dicen los datos de 2025

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Alex León

10/24/20254 min read

En 2025, el agujero de ozono sigue siendo un fenómeno activo y relevante. Aunque ha mejorado respecto a décadas anteriores, no está completamente cerrado. Este año, los datos muestran que apareció antes de lo habitual y alcanzó una extensión considerable en agosto y septiembre. Su evolución ha sido irregular, con fases de expansión y contracción rápidas, lo que indica que sigue siendo sensible a las condiciones atmosféricas.

La recuperación parcial observada desde los años 2000 se debe al Protocolo de Montreal, firmado en 1987, que prohibió los compuestos químicos responsables de destruir el ozono, como los CFC. Gracias a esa medida, la concentración de ozono en la estratósfera ha ido aumentando lentamente. Sin embargo, el proceso no es lineal. Factores como la temperatura en la estratósfera, la circulación polar y el cambio climático influyen en la formación y comportamiento del agujero cada año.

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Qué es el agujero de ozono

La capa de ozono es una región de la estratósfera terrestre, situada entre los 15 y 35 kilómetros de altitud, donde se concentra el gas ozono (O₃). Su función principal es absorber la mayor parte de la radiación ultravioleta (UV) proveniente del Sol, especialmente la UV-B y UV-C, que son altamente dañinas para los seres vivos. Sin esta capa, la superficie terrestre estaría expuesta a niveles peligrosos de radiación, lo que provocaría un aumento significativo de enfermedades como el cáncer de piel, cataratas, daños en cultivos y alteraciones en los ecosistemas marinos.

El “agujero de ozono” no es un vacío literal, sino una zona donde la concentración de ozono disminuye drásticamente durante ciertos periodos del año, especialmente en la primavera austral (septiembre-noviembre) sobre la región de la Antártida. Esta disminución se debe a reacciones químicas que ocurren en presencia de compuestos halogenados, como los clorofluorocarbonos (CFC), bromuros y halones, que fueron ampliamente utilizados en aerosoles, refrigerantes y productos industriales.

Evolución histórica y el Protocolo de Montreal

El descubrimiento del agujero de ozono en 1985 por científicos británicos del British Antarctic Survey generó una alarma global. Las mediciones mostraban una pérdida de hasta el 70% del ozono en la región antártica durante la primavera. La causa principal era la acumulación de CFC en la atmósfera, que al alcanzar la estratósfera liberaban átomos de cloro mediante la acción de la radiación solar. Estos átomos destruían las moléculas de ozono en una reacción en cadena.

La respuesta internacional fue rápida y efectiva. En 1987 se firmó el Protocolo de Montreal, un acuerdo global para eliminar progresivamente la producción y el uso de sustancias que agotan la capa de ozono. Este protocolo ha sido considerado uno de los tratados ambientales más exitosos de la historia. Gracias a su implementación, las emisiones de CFC y otros compuestos dañinos han disminuido de forma significativa, y la capa de ozono ha mostrado signos de recuperación desde principios de los años 2000.

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Situación actual en 2025

Este año, el agujero ha mostrado una evolución más dinámica que en años anteriores. Se ha expandido rápidamente, luego se ha contraído, y ha vuelto a crecer en septiembre. Estas oscilaciones no son necesariamente alarmantes, pero sí revelan que el sistema sigue siendo sensible. La atmósfera no responde como una máquina, sino como un sistema complejo influido por múltiples variables.

Uno de los factores que más preocupa a los investigadores es la interacción entre el ozono y el calentamiento global. Aunque el Protocolo de Montreal ha reducido los gases que destruyen el ozono, el aumento de gases de efecto invernadero está alterando la circulación estratosférica. Esto puede provocar enfriamientos en la región polar, lo que a su vez favorece la formación de nubes estratosféricas polares, donde se desencadenan las reacciones químicas que destruyen el ozono.

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Persistencia de compuestos prohibidos

En 2025 también se han detectado emisiones residuales de sustancias prohibidas, como el CFC-11, en ciertas regiones. Aunque su presencia es baja, demuestra que el control global debe mantenerse. Además, el calentamiento global puede alterar la dinámica atmosférica, favoreciendo condiciones que permiten la destrucción del ozono, incluso si los compuestos dañinos han disminuido.

La detección de estos compuestos se realiza mediante satélites, estaciones terrestres y modelos de dispersión atmosférica. Cuando se identifican concentraciones anómalas, se inicia una investigación para localizar la fuente y aplicar medidas correctivas. En algunos casos, se ha logrado identificar fábricas clandestinas o usos no autorizados en productos industriales.

Proyecciones futuras

Las proyecciones actuales indican que la capa de ozono podría recuperarse completamente entre 2040 y 2066, dependiendo de la región. Pero esa recuperación será desigual. El Ártico, por ejemplo, muestra más variabilidad que la Antártida, y las latitudes medias siguen siendo vulnerables a contaminantes emergentes.

Además, existe preocupación por el uso creciente de sustancias de reemplazo, como los hidrofluorocarbonos (HFC), que no dañan el ozono pero son potentes gases de efecto invernadero. Aunque están regulados por enmiendas al Protocolo de Montreal, su impacto climático requiere atención adicional.

El agujero de ozono está mejor que hace 30 años, pero no está cerrado. Su evolución depende de mantener las políticas actuales, vigilar nuevas amenazas químicas y entender cómo interactúa con el cambio climático. La recuperación es posible, pero no automática. En 2025, la vigilancia científica y la cooperación internacional siguen siendo esenciales para proteger una capa que no vemos, pero que nos protege todos los días.

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