¿Se puede ver la Gran Muralla China desde el espacio? El mito que todos creímos verdadero
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Alex León
10/7/20254 min read


Durante años se ha repetido que la Gran Muralla China es la única construcción humana visible desde el espacio. La frase aparece en libros, documentales y hasta en clases escolares. Pero la ciencia dice otra cosa: no, la Muralla no se ve a simple vista desde la órbita terrestre, al menos no como muchos imaginan.
¿De dónde viene el mito?
La idea de que la Muralla puede verse desde el espacio se popularizó mucho antes de que los humanos llegaran allí. En 1938, el escritor estadounidense Richard Halliburton escribió en su libro Second Book of Marvels que la Gran Muralla era “la única obra del hombre visible desde la Luna”. Por supuesto, nunca había estado en el espacio. La afirmación sonaba grandiosa, y rápidamente se repitió como símbolo del tamaño e importancia de esta construcción.
Décadas después, cuando los primeros astronautas comenzaron a orbitar la Tierra, el mito ya estaba tan arraigado que muchos asumieron que debía ser cierto. Pero las observaciones reales demostraron lo contrario: la Gran Muralla no es visible a simple vista desde la órbita terrestre baja.
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¿Qué significa realmente “ver desde el espacio”?
El término “espacio” suele usarse de manera ambigua. Puede referirse a distintos niveles de altura:
La órbita baja terrestre (LEO), donde se encuentra la Estación Espacial Internacional (ISS), a unos 400 km de altura.
La órbita geoestacionaria, a más de 35.000 km.
O incluso la distancia hasta la Luna, unos 384.000 km.
Desde cualquiera de esos puntos, la Muralla no es visible a simple vista. Es demasiado estrecha —apenas unos metros de ancho— y su color se confunde con el paisaje circundante de colinas, montañas y desierto. Para el ojo humano, no hay suficiente contraste para distinguirla del entorno natural.
Los astronautas han confirmado esto en múltiples ocasiones. Neil Armstrong, Buzz Aldrin y más tarde Chris Hadfield, de la Agencia Espacial Canadiense, señalaron que la Muralla “no se distingue sin ayuda óptica”. Lo que sí puede verse fácilmente son grandes ciudades iluminadas, carreteras, presas o aeropuertos, que reflejan la luz o tienen un diseño geométrico más evidente.
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¿Y con ayuda tecnológica?
Con cámaras de alta resolución, la historia cambia un poco. Los satélites y astronautas pueden detectar secciones específicas de la Muralla si se cumplen varias condiciones:
buena iluminación solar,
poca nubosidad o contaminación,
y contraste entre el material de la Muralla y el terreno.
Por ejemplo, en zonas donde el terreno es arenoso o desértico, algunos fragmentos de la Gran Muralla destacan más. En cambio, en regiones boscosas, es prácticamente invisible incluso con lentes potentes.
Esto demuestra algo importante: la visibilidad desde el espacio depende del contraste, no del tamaño. Un aeropuerto o una autopista iluminada pueden ser mucho más visibles que una muralla de miles de kilómetros construida en piedra y tierra.
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Otras construcciones humanas visibles desde el espacio
Aunque la Gran Muralla no cumpla el mito, existen otras obras humanas que sí pueden distinguirse claramente desde la órbita terrestre baja, especialmente con el ojo entrenado o con óptica de apoyo:
Las ciudades iluminadas: de noche, las áreas urbanas destacan como redes brillantes perfectamente reconocibles.
Los aeropuertos internacionales, por su forma geométrica y largas pistas.
Las presas, como la de las Tres Gargantas en China, que contrasta con el entorno fluvial.
Los invernaderos de Almería, en España, que reflejan la luz solar de forma tan intensa que son visibles incluso desde satélites meteorológicos.
Las islas artificiales de Dubái, por su forma simétrica.
En cambio, estructuras icónicas como las Pirámides de Egipto, el Empire State o la Torre Eiffel son demasiado pequeñas para distinguirse sin zoom.
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Por qué este mito sigue vivo
La persistencia del mito tiene tanto que ver con la fascinación cultural como con la percepción visual. La Gran Muralla China simboliza la magnitud del esfuerzo humano, y la idea de verla desde el espacio refuerza esa narrativa. Pero científicamente, es un ejemplo clásico de cómo una frase sin evidencia puede convertirse en “verdad cultural”.
Incluso algunos manuales escolares y documentales antiguos siguen repitiendo la afirmación sin contexto, lo que perpetúa la confusión. En realidad, la Muralla es impresionante no por su visibilidad, sino por su historia, ingeniería y extensión: más de 21.000 kilómetros atravesando montañas, desiertos y valles.
Ver la Tierra desde el espacio: cómo lo hacen los astronautas
Observar la Tierra desde la ISS no es como mirar por una ventana de avión. La atmósfera, el brillo solar y la curvatura del planeta influyen en la percepción. Los astronautas usan cámaras, filtros y visores especialmente calibrados.
Desde esa altura, la visión humana alcanza detalles de unos 100 kilómetros de ancho en un solo campo visual, pero no permite distinguir objetos menores a varios cientos de metros sin ayuda óptica. La luz reflejada, las sombras y el contraste son factores mucho más determinantes que el tamaño físico de la estructura.
Por eso, aunque la Muralla sea una obra monumental, su integración con el paisaje y el material con que fue construida hacen que pase desapercibida incluso para los ojos más entrenados.
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Más allá del mito: lo que la ciencia enseña
Desmontar este mito no le quita mérito a la Gran Muralla. Al contrario, nos recuerda que la ciencia está para observar, verificar y corregir. La curiosidad humana impulsa preguntas que a veces desafían las creencias populares, y en este caso, la verdad resulta incluso más interesante:
No necesitamos que algo sea visible desde el espacio para considerarlo asombroso. Lo que realmente hace extraordinaria a la Gran Muralla es su historia, su función defensiva, y el hecho de que aún hoy —más de 2.000 años después— sigue en pie, atravesando montañas y desiertos como testimonio del ingenio humano.
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